El alcohol es uno de los factores de riesgo más frecuentemente implicados en los accidentes de tráfico, y por ese motivo es objeto de especial preocupación en España. El alcohol está presente entre el 30% y 50% de los accidentes mortales. Evidentemente son muchas las muertes que se pueden evitar si todos hacemos un consumo responsable del alcohol y, especialmente, un comportamiento responsable en la conducción de vehículos. Es decir nunca conduzcamos bajo los efectos del alcohol, la conclusión es muy simple y sin embargo, muchas veces, esta praxis vemos que no se cumple.

 

No guies si no estas seguro de que tu estado te coloca en absoluta seguridad de hacerlo. Si beber y conducir se convierte en algo habitual, es sinonimo de peligro y el hecho de que que el accidente se produzca es una mera cuestión de tiempo. La única tasa realmente segura es 0,0 g/l. JR Abogados alcoholemias te ofrece la mayor seguridad en asistencia legal al respecto.

 

Depende de nosotros mismos, aparte del eventual daño que podemos causar a los demás, el asumir una actitud responsable delante del peligro que significa ponerse a la guía de un vehículo con un grado de alcoholemia superior al permitido por ley.

 

Un buen consejo profesional, antes, durante o después de las consecuencias que un accionar irresponsable de nuestra parte puede provocar, puede ser de fundamental importancia si no es para prevenir el daño causado, al menos para limitar las consecuencias que de él pueden derivar.

 

El alcohol es una sustancia psicoactiva muy presente en nuestra sociedad, su consumo se asocia a múltiples y graves patologías.  Es un problema sobre el que no existe suficiente conciencia en relación con los perjuicios que ocasiona, tanto a nivel de la salud, como en las relaciones familiares, laborales, sociales, etc. Existe una relación dosis respuesta entre el consumo de alcohol y la frecuencia y gravedad de muchas enfermedades, a mayor nivel de consumo existe una tasa superior de  determinadas enfermedades como la cirrosis hepática, o algunos tipos de cáncer y de  accidentes laborales, domésticos y de tráfico.

 

El mayor problema es no lograr medir (a nivel familiar, incluso muchas veces) la cantidad exacta de alcohol ingerido. Vamos a una fiesta con los amigos y no tenemos la precaución de que, al regreso, a guiar el automóvil sea el que no ha bebido. Al contrario, todos beben y cualquiera maneja. El mismo discurso es aplicable a la salida de discotecas, confiterías, fines de semana, a la salida de restaurantes, casas de comidas, etc. la lista es demasiado larga desgraciadamente. Y los accidentes también.

 

El alcohol es, fundamentalmente,  un elemento depresor del sistema nervioso central y como tal actúa alterando tanto la aptitud como la actitud para conducir e incrementa el riesgo de verse involucrado en un accidente de tráfico. En un sentido general, produce un efecto euforizante, que da lugar a pérdida de control, disminuye la percepción del riesgo, modifica el comportamiento y  deteriora la función psicomotora, todo ello altera la  capacidad para conducir un vehículo.